El gobierno iraní de Teherán debió enfrentar la pandemia bajo las sanciones económicas que recibió de Estados Unidos. Pero las ciudades son más que COVID-19. Sigue las medidas de seguridad para que la normalidad vuelva a las ciudades.
A lo largo del último siglo diversos países han hecho algún camino hacia la equidad de género sin erradicar totalmente las brechas. Por ejemplo, en Estados Unidos por cada dólar que gana un hombre promedio, una mujer obtiene 81 centavos. Tras una vida productiva de 40 años, la diferencia entre uno y otro es de 900 mil dólares (aproximadamente 20 millones de pesos). Todavía en enero de 2019, mujeres congresistas tuvieron que proponer que la constitución reconozca igualdad de derechos de mujeres y hombres. Haciendo una comparación histórica, mientras que en la década de 1930 países como Estados Unidos, Canadá y México firmaban un convenio sobre la igualdad entre mujeres y hombres para tener nacionalidad, Irán prohibía el uso del velo en las mujeres iniciando un período de apertura relativa. Las iraníes que sabían leer y escribir (aunque eran pocas) podían cursar la educación superior y alcanzaron el voto en 1963, cinco años antes que Portugal y siete que Suiza. ¿Hubo entonces un retroceso?
Protestas masivas contra el sha en ciudades como Teherán encaminaron el triunfo de la Revolución Islámica de 1979. Ésta conllevó cambios importantes. 78 campos de estudio fueron restringidas para mujeres universitarias por «raciocinio biológico». Se impuso un código de vestimenta islámico: no cubrirse la cabeza con un chador o prenda similar puede considerarse una incitación a la inmoralidad o la prostitución, conllevando hasta diez años de cárcel. Se les negó el acceso a estadios para que no oyeran hombres maldiciendo. En contraste, el régimen islámico incorporó a más mujeres a la escuela al convencer a familias conservadoras de que recibirían una educación islámica, y entre 1976 y 1986 el alfabetismo femenino pasó de 35.5% a 52.1%. Al igual que en países como México, cuyos primeros feminismos se alimentaron de mujeres que recibieron educación durante la dictadura de Porfirio Díaz, la educación en Irán tuvo una influencia positiva en la organización de las mujeres.
Cuatro décadas después de expresarse contra el sha, las y los iraníes retomaron las calles en 2017. En las protestas, muchas iraníes se negaban a cubrir su cabeza. Por la vialidad donde se filmó a una joven usando su velo como una bandera, el movimiento se conoció como chicas de la calle Revolución. El uso de espacios públicos para protestar contra el código de vestimenta del régimen autoritario y patriarcal incluyó calles, transporte público, redes sociales y el campus de la Universidad de Teherán. En un caso lamentable, una aficionada de fútbol, bajo proceso penal por acudir al estadio (un espacio público) decidió inmolarse en otro: la entrada de la corte. Este conjunto de protestas permitió por cierto tiempo no ser judicializadas por no usar velos, y acudir a estadios desde 2019.
Las protestas en Teherán, hoy y hace 40 años, demuestran el poder transformador que tiene el espacio público, pero también que es indispensable participar y expresarse libremente en el ámbito público para garantizar la libertad del ámbito privado. El poder ciudadano y el poder feminista sólo se mantienen si se ejercen.
Lo mejor de todo -> la Suprema Corte iraní reconoció en 2019 la igualdad en la compensación por muerte o lesión; la Sharia (ley religiosa) no lo hacía. Podría abrirse un camino legal a la equidad.
Lo más interesante -> a diferencia de muchos países occidentales, los derechos de las mujeres son tema central en las elecciones iraníes; se estima que es el cuarto tema en orden de interés.
Incrementa tus probabilidades -> ayuda a que Teherán y otras ciudades del mundo vuelvan a la normalidad. Si tú te cuidas hoy del COVID-19, estás cuidando al resto del mundo.