A finales del siglo XIX apareció en el paisaje urbano de la Ciudad de México una empresa que buscó la transformación del modo de vivir y de diversos espacios donde la vida urbana transcurría. No era una empresa de vivienda, automóviles o electricidad. Se trataba de una cigarrera llamada El Buen Tono. Pareciera que su tránsito por la historia se ha esfumado como el humo, pero, aún hoy, zonas de Ciudad de México y Celaya siguen beneficiándose de obras que dejó a su paso.

La Compañía Cigarrera El Buen Tono fue fundada en 1884 por Ernesto Pugibet, un francés proveniente de Cuba. Su fábrica de cigarros se empezó a construir a un costado de la Plaza de San Juan en 1887 y se inauguró en 1890, a unos pasos de donde hoy están los mercados de San Juan (el de alimentos gourmet llamado oficialmente «Ernesto Pugibet» y el de artesanías).
La fábrica se edificó en terrenos del antiguo convento de San Juan de la Penitencia. Esto hubiera sido impensable en otros países, pero en México se pudo por las Leyes de Reforma. Resumiendo: en 1856 el gobierno de Comonfort prohibió a las corporaciones religiosas poseer y heredar bienes raíces, esto se ratificó en la constitución de 1857 y los conservadores se alzaron en armas. El presidente liberal Benito Juárez decretó la nacionalización de los bienes de la iglesia en 1859 y éstos entraron paulatinamente al mercado inmobiliario o se volvieron espacios públicos.
Pugibet construyó su fábrica demolió el templo del convento de San Juan para poner un teatro; la gente se opuso y el empresario acabó construyendo un templo nuevo, consagrado a Nuestra Señora de Guadalupe (como la esposade Pugibet). Curiosamente, se le conoce como Iglesia del Buen Tono. A un costado construyó la Escuela Comercial Francesa. A quince minutos caminando, construyó también conjuntos habitacionales para dar vivienda a empleados administrativos. Aún existen y llevan los nombres de antiguas marcas de cigarros: Ideal, Gardenia y La Mascota. El Buen Tono también se distinguió por donar mobiliario urbano (como kioskos y bancas) y difundir el cine en espacios públicos o de acceso gratuito, proyectando comerciales de sus productos en poblaciones como Toluca en los albores del cinematógrafo. La difusión del hábito de fumar podría haber acelerado la de otros pasatiempos, como mirar películas.
La fábrica original fue reemplazada por instalaciones de Telmex. Pero la de Celaya (de 1929) sobrevive. Será la sede del proyecto denominado Hub de la Competitividad, aunque los descuidos la hundieron en fuego y humo ya en dos ocasiones (irónico para una fábrica cigarrera).
La relación entre las ciudades y el tabaco ha cambiado. Pugibet murió en 1915. La compañía cerró en 1961. Paradójicamente, en 2021, a pocas cuadras, se estableció la primera vialidad libre de tabaco en Ciudad de México: la calle Madero. Sin embargo, edificaciones, experiencias e historias de esta cigarrera habitan la ciudad todavía. Las calles donde se localizó la fábrica aún se llaman Ernesto Pugibet y El Buen Tono.
Lo mejor de todo -> visitar el barrrio de San Juan, donde estaba el Buen Tono, es una experiencia de historia urbana y cultura gastronómica. ¡No dejes de almorzar en el Mercado de San Juan!
Lo más interesante -> durante el conflicto reliogioso en los 20s, los trabajadores almacenaron tabaco en la iglesia del Buen Tono para que fuera considerada bodega y el gobierno no la cerrara.
Incrementa tus probabilidades -> la Ley General para el Control del Tabaco instituyó espacios 100% libres de humo de tabaco en transporte público y espacios de concurrencia colectiva. Conócela aquí.